La madre naturaleza lo es todo, los humanos lo olvidamos muy fácil .
A ella le basta tronar los dedos para regresarnos a la realidad y para ponernos un alto. ¿Se imaginan a la naturaleza echa mujer?
Cuanto la hemos golpeado, cuanto la hemos explotado, cuanto nos ha aguantado y sigue aquí, con nosotros, dejándonos vivir en sus aposentos. El mar es su reflejo, tan manso y tan feroz, todo es dualidad.
Estoy en cuarentena, preocupada por lo que viene, angustiada al pensar en tanta gente que no tiene el privilegio de parar, con miedo al contagio mio o de los mios, como humana estoy experimentando los mismos sentimientos que todos.
Debo de confesar que a una parte de mi le da gusto tener esta pandemia, siento que lo merecemos y que esto en realidad es poco comparado con el daño tan grande que como humanos hemos ejercido sobre nuestro planeta.
Más allá de la amante de animales que soy, como habitante del planeta me da gusto que estemos encerrados, que este confinamiento nos abra a muchos los ojos, que llegue la humildad para ponernos en el lugar de tantos animales encerrados, desde jaulas hasta zoológicos, desde mascotas viviendo en patios y azoteas hasta animales encerrados en laboratorios y solo porque los humanos creemos que es lo correcto.
También lo merecemos para revalorizar el tiempo, para darnos cuenta de que los hombres grises nos están consumiendo, que nos empujan a darle importancia a lo que no lo tiene y viceversa, nuestra vida monótona nos hace ciegos, nos hace crueles con el tiempo y con su cometido.
Esta pandemia nos está regalando la oportunidad de regresar a los orígenes para vivir en el agradecimiento diario por el solo hecho de ser libres, de procurar la libertad para todas las especies vivas, de parar de quitarles sus espacios a los animales, de echar a la basura ese egoísmo que se ha convertido en egocentrismo practicándolo día tras día.
Ya se pusieron a pensar que ahorita que estamos asustados, estamos en nuestros refugios, en nuestras casas, que por lo menos así nos sentimos protegidos, ahora pónganse a pensar en todos los animales a los que les hemos quitado sus hábitats.
Imaginen ustedes, que sentirían si don gobierno viene y los saca de sus casas y les dice, pues a ver a donde te vas, tu casa es mía, o más fácil, necesitamos la casa de Juanito, ve y mátalos, nos estorban, que cosa tan injusta y horrible ¿no?
¿Y porque crees que con los demás seres vivos es diferente? ¿Porque te sientes superior?
Deseo de todo corazón que el final de esta pandemia sea un nuevo amanecer para la consciencia de la humanidad, para el respeto de todos los seres vivos, para que la admiración y el respeto tenga línea recta hacia las profesiones que hoy están “salvando vidas” y no en desviaciones de extremas de adulaciones provocadas por el consumismo del que cada día somos más esclavos.
Alguien me enseñó a llamar a las cosas que nos aterran “Sensei” y no puedo estar más de acuerdo. Que este sensei nos enseñe:
La empatía para no volver a esclavizar a ningún animal solo por darnos satisfacción y parar de pensar en nosotros humanos como superiores.
La creatividad para que nuestra virtuosa mente explore lugares inimaginables sin tener que estar cargados de información sino regidos bajo el principio de que lo más difícil es llegar a la simplicidad.
El tiempo para visibilizar nuestras verdaderas prioridades, ¿qué es lo que realmente necesitamos?
Muchos de nosotros vivimos en tiempo muerto, tiempo sin calidad, los hombres grises nos arrancan flores horarias de nuestro corazón, les quitan los pétalos, las hacen cigarro y se las fuman, así se alimentan ellos, nos dejan tiempo contaminado.
Dejemos de contaminar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestro universo, nuestras relaciones, nuestro respeto y amor por el prójimo, nuestra divina existencia.
Tiremos a la basura el egoísmo y enfoquemonos a vivir en dignidad.
Inhalemos los valores básicos del ser vivo y exhalemos cada uno de esos regalos regresándolos en forma de aire puro.
Gracias sensei por venir a abrirnos los ojos y por quitarnos de encima tanto humo gris.
Te necesitábamos para comenzar nuestra transformación.
Pd. Para más info sobre los hombres grises lo encuentran en el libro “Momo” de Michael Ende.